jueves, 30 de agosto de 2012

Grimoso - ElNacional.com.do

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Con todo y que el monto de la deuda con los generadores es más que espantoso, si hacía falta algún otro elemento para completar la radiografía del escabroso sector eléctrico, los aguaceros de la tormenta Isaac se han ocupado de sacarlo a relucir. El sistema, sin aspaviento, observa un deterioro que lo menos que produce es vértigo.
Si bien lo había definido entre sus prioridades, la reunión que sostuvo ayer el presidente Danilo Medina con los representantes del sector evidencia la preocupación que cunde en el Gobierno ante la posibilidad de que el servicio pueda colapsar de un momento a otro. Y no sólo por el peso de la deuda de más de mil millones de dólares con suplidores que ya han dado el grito de alerta.
Si los aguaceros no fueron el pretexto para interrumpir prácticamente a nivel nacional el suministro de electricidad, entonces las condiciones de las instalaciones no pueden ser más precarias. Desde cualquier ángulo se está ante una crisis que presagia pesimismo comoquiera que se le mire.
Ni siquiera los 500 millones de dólares en bonos que se colocarán en el mercado para abonar la deuda a los generadores despeja la incertidumbre que plantea la crisis eléctrica. Máxime cuando el propio vicepresidente de la Corporación de Empresas Eléctricas Estatales (CDEEE), Rubén Bichara, ha admitido, con la mayor sinceridad, que no hay solución a corto plazo. Y lo de que no se aumentará la tarifa al consumidor es un simple sedante. Después de todo, sería una estocada elevar el costo por kilovatio en medio de la despiadada tanda de apagones.
 Bichara ha sido  claro y responsable al no ocultar ni minimizar los problemas. Lo primero que hizo al asumir el cargo fue reconocer el monto de la deuda que había heredado (los más de mil millones de dólares que confirmó la Asociación de Industrias Eléctricas), así como las delicadas condiciones del paciente.
La deuda, por supuesto, es lo que más pesa. Pero a raíz de la tormenta Isaac la rehabilitación de las redes, la reducción de las pérdidas técnicas y no técnicas de las distribuidoras y la reducción del costo operativo a través de la contratación de energía barata se han tornado más desafiantes para las autoridades.
De la rapidez con que se amortice la deuda  dependerá la estabilidad del sistema eléctrico, cuyo colapso ha estado a tiro de piedra. Si hay algún margen no es más que de maniobra en vista de que los productores han alegado que no aguantan mucho.
Para colmo de males la crisis eléctrica no llega sola. Como casi todas las fuentes de suministro de agua operan con electricidad la población está abocada a problemas con un servicio sanitario no menos importante. En sentido general, las perspectivas no pueden ser más brumosas, al margen de confianza, capacidad y buenas intenciones del equipo encabezado por Bichara, quien no es un mago y  lleva menos de dos semanas en el cargo.

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